Esto significaba un buen augurio y marcaba que los Dioses estarían a favor de los concurrentes.
Era una costumbre en los rituales paganos de los pueblos antiguos.
Quienes participaban de la ceremonia, al momento de subir al altar en el que se adoraban las divinidades,
era norma dar el primer paso largo y con la pierna derecha.
Lo hacían apoyando inicialmente el pie derecho, creyendo que esa postura podía inclinar en su favor la simpatía de los caprichosos dioses.