Llegue a casa ayer y me hice unos mates, estaba solo y cansado, mire el cielo por la ventanal del jardín y de pronto fantaseando me imagine que podía flotar, viajar hasta donde estabas, me imagine tu barrio, tu cuadra, los árboles, los paisajes que te ven pasar y te contienen, la veredas que te llevan y traen.

Estaba atardeciendo y todo parecía tranquilo, me imagine tu casa, las ventanas por donde todos los días te asomas distraída entre tus cosas… me acerqué hasta tu puerta y ahí me detuve inseguro, no se escuchaban ruidos.

Espiando por la ventana pude verte, estabas igual que siempre, tenias una tasa de té en la mano y el pelo desprolijo, tus ojos parecían pensativos y tu mirada cansada, como si a�oraras algo.

Me acerque sigiloso por el patio hasta la ventana donde estabas y de pronto te tenia muy cerca, mi mano casi podía tocar tu pelo.
Ahora estabas de espaldas y yo te observaba, mi corazón latía cada vez más fuerte y no podía contenerlo.

Vos no podías verme y me seguí acercando despacio muy despacio hasta tu cuello y me detuve un instante que parecía inmenso, casi podía sentir tu repiración, vos ni siquiera me sospechabas y entonces te susurre al oído:
Donde te metiste?…, No ves que te estaba esperando?…, y ahora que vamos a hacer?…

-Luego me aleje despacio por el patio y me di vuelta por última vez, de lejos habría jurado que te estabas sonriendo.

Mire la luna por un momento y me dije: -que extraño!… es igual a la mía-.