En el siglo 19, cuando alguien ganaba la Lotería Nacional de España, se estilaba que los amigos y familiares del afortunado fueran a su casa y, literalmente, arrojaran todas sus posesiones por la ventana.
Esto se hacía en señal de la nueva vida , del nuevo rico.
Por supuesto que cuando esto sucedia, los «amigos» se llevaban una tajada interesante de todo cuanto podían acaparar.